Ante el desafío de la tecnología y la serie de tendencias pragmáticas y utilitaristas, cabe preguntarse por qué, lejos de perecer, las Humanidades son las protagonistas de la formación universitaria.
Por Claudia Reto. 05 febrero, 2016.Ante el desafío de la tecnología y la serie de tendencias pragmáticas y utilitaristas que se extienden en algunas instituciones educativas locales, cabe preguntarse por qué, lejos de perecer, el conocimiento que promueven las Humanidades merece ser el protagonista de la formación universitaria.
Pedro Juan ha ingresado a una universidad. Está feliz; sus padres se sienten muy orgullosos de él. Como todos los ingresantes, sabe que aprenderá cosas nuevas, dependiendo de la carrera elegida; por ejemplo: cuáles son los sectores que mueven el mercado nacional o qué procesos y políticas rigen una empresa; cómo realizar una psicoterapia o qué escribir para uno de los diarios más importantes del país; y además, si es estudiante de una universidad como la UDEP, junto con asignaturas de ciencias o técnicas, también llevará Lengua, Historia, Filosofía, Arte y otras disciplinas, que constituyen los llamados cursos de Humanidades.
Docentes y forjadores de la Universidad de Piura explican por qué lejos de olvidarse, las Humanidades deben continuar siendo las protagonistas de la formación universitaria y profesional.
Las universidades nacen con la misión de transmitir y formar en Humanidades a la élite intelectual de la época; es decir, en conocimientos sobre el ser humano. De ahí que la formación se organizara en dos campos: las ciencias humanas: Filosofía, Artes, Matemática, Retórica; y la Teología. Desde hace diez siglos, las Humanidades están en el corazón de la formación universitaria.
Víctor Velezmoro Montes, decano de la Facultad de Humanidades de la UDEP, explica que lo que le da sentido a la formación universitaria es la visión de conjunto y unitaria sobre la persona, la sociedad, el mundo y Dios. Este enfoque, dice, es compartido con los estudiantes: los futuros ingenieros, economistas, abogados, comunicadores, educadores, historiadores y otros. “La ciencia, entendida hoy como los conocimientos especializados de una disciplina, no es el centro de la formación universitaria; mejor dicho, no corresponde a la esencia de la formación universitaria, sino a la pequeña parte diferenciada”, sostiene.
¿Humanidades para el futuro?
El doctor Luis Eguiguren Callirgos, profesor de la Facultad de Humanidades desde hace más de 25 años, ha enseñado (aún lo hace) a distintas generaciones de alumnos de todas las facultades de la UDEP. Es ingeniero químico por la Universidad Nacional de Ingeniería y doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, en Roma. Afirma que las Humanidades orientan y esclarecen el sentido de la vida, porque su cultivo permite comprender cabalmente de dónde viene el hombre. “Por ejemplo, la Historia, maestra de la vida, invita a compenetrarse con quienes nos antecedieron, aquellos que forjaron el presente que vivimos. Del uso que hicieron de su libertad, resulta el medio en que nos desenvolvemos. La Historia nos lleva a comprender cómo lo de hoy procede del ayer, para proyectarnos a un mañana más promisorio”, explica.
La doctora Luz González Umeres, una de las docentes forjadoras de la UDEP, explica que las materias humanísticas, entre ellas: Filosofía, Teología, Historia, Literatura y Lengua, forman a fondo a los estudiantes. Precisamente, esta característica distintiva nos ha llevado a forjar “el lema que usamos desde hace algunos años: Mejores personas, mejores profesionales. Y, es más significativo aun, saber que la formación humanística figura en el ideario fundacional de la Universidad de Piura”, precisa.
¿Un hombre culto es un humanista?
Es frecuente relacionar el concepto de humanista con el de una persona culta. Sin embargo, el doctor Enrique Banús, director del Centro Cultural de la UDEP, dice que no son lo mismo.
Humanista, en el sentido estricto de la palabra, dice el profesor Banús, es quien ha obtenido una titulación de Humanidades; pero también lo fueron aquellos personajes que en el Renacimiento formaron parte de ese movimiento. “En mi visión, es aquella persona con buenos conocimientos de diferentes materias, capaz de establecer relaciones, comprender el mundo en diferentes periodos de la historia y reconocer las conexiones entre aspectos de la vida que parecen inconexas”. Por ello, afirma, no todo historiador, filólogo o filósofo, por ejemplo, es un humanista, porque puede tener grandes conocimientos específicos y ser incapaz de ver más allá de la frontera de su especialidad.
“Cuando los objetivos vitales de un profesional se plantean por encima de la superficialidad de la vida, y aspira, como objetivo último, a servir a la sociedad (antes que tener o poseer algo) para aportar con un buen trabajo, confiar y dar confianza al otro; trabajar para vivir dignamente; priorizar a la familia y buscar aprender algo nuevo, estamos ante un profesional humanista”, expresa Víctor Velezmoro, decano de la Facultad de Humanidades de la UDEP.
Ser más humanos
El decano Velezmoro indica que no existe un momento determinado para que el estudiante descubra que el estudio de las Humanidades es útil para su vida personal y profesional. Es, dice, un proceso que se irá impregnando en la persona, en la medida que comprenda cuál es su función en el mundo: como profesional, como padre, como trabajador… Señala que los cursos de Humanidades son solo un punto de partida, “la formación humanística no se agota con la enseñanza de cursos humanísticos, sería un error pensar eso”.
Las Humanidades, según el doctor Eguiguren, ayudan a reflexionar sobre la condición humana. “Su actividad propicia hacernos más humanos”. Porque, paradójicamente, cada persona puede volverse contra lo más íntimo de su propia condición, llegando fatalmente a hacerse inhumana.
Velezmoro, por su parte, afirma que el Humanismo lleva a entender que lo importante no es el conocimiento o las habilidades por sí solos, sino poner todo eso en función de los demás. “Las Humanidades no apuntan a la superficie, sino a lo más hondo de la persona”, subraya.
Humanidades en la sociedad
Las Humanidades no aportan, directamente, soluciones a los problemas sociales; pero, sí ayudan a que el hombre supere sus conflictos al cambiarles el enfoque, explica el doctor Velezmoro. En vez de verlos como un juego político o un obstáculo para el desarrollo, la visión humanística los presenta como una oportunidad de mejora, de servicio a la sociedad y de beneficio del bien común. “La solución de los problemas sociales pasa por un cambio de actitud personal; es decir, en la medida en que mejore en mi relación con los demás, estaré aportando a la solución de esa problemática social. Ese es el plano de la formación humanística: la persona”, afirma.
El estudio de la literatura forma parte de las Humanidades. Por ello, de acuerdo a Banús, se puede decir que quien conoce la literatura sabe mucho de la persona, del ser humano. Y ese saber es condición para solucionar los problemas sociales. “Si se intenta solucionarlos con fórmulas que no parten del conocimiento de la persona (o sea, con ideologías), al final lo paga la persona”, sostiene el director del Centro Cultural de la UDEP.
Las Humanidades son para mi vida
La doctora González recuerda un comentario de algunos alumnos que han cursado la especialidad de Filosofía en la Facultad de Humanidades y su carrera profesional, en otra: “Yo estudio mi carrera porque sé que con ella, al casarme, podré mantener a mi familia; pero necesito la Filosofía para mí mismo, para mi formación profesional y para mi vida”.
El doctor Eguiguren menciona que existe cierta incomprensión, por parte de algunos padres de familia, ante la decisión de los jóvenes, de seguir estudios de Humanidades o actividades afines a ellas, como participar en el Coro Universitario. “Puedo contar el caso de una alumna peruana que regresó al Perú después de estudiar en una high school en Estados Unidos. Allá, cantaba en el coro de su escuela y quería continuar en el de la UDEP. Lo hizo, hasta que su papá le dijo: “Hija, tú has ido a la Universidad a estudiar, no a cantar”.
Sin embargo, escuchar que un alumno ha decidido estudiar Medicina, Ingeniería o Derecho suena bien, pues son carreras socialmente reconocidas y quien las menciona como alternativas da la impresión de ser una persona ‘normal’, refiere el doctor Banús. Desestimar a alguien porque decidió estudiar Filosofía o Literatura, por ejemplo, “es una forma más de discriminación, algo así como un racismo profesional”, afirma.
De acuerdo a los expertos de la UDEP, podríamos afirmar que las Humanidades no excluyen a nadie, porque impulsan a apreciar todo lo humano, natural y divino. “Su cultivo humaniza, lleva a orientarse por las sendas del bien, la verdad y la unidad con agrado, con soltura y amenamente”, dice Eguiguren.
“No son algo del pasado”, dice la doctora González. Son algo innato para el hombre y su cultivo compete a cada generación. Velezmoro comenta que las Humanidades ayudan al hombre a darse cuenta de que está para servir y que una vida plena se consigue sirviendo. Por ello, antes de aprender a construir, educar, informar, defender, administrar, o cualquier otra competencia profesional, el universitario debería llevar algunos cursos de Humanidades.